La expresión Serendipia proviene de un cuento persa del pasado, exactamente del siglo XVIII, denominado El príncipe de Serendip. Este relato contaba la vida de los príncipes de Serendip, cuyos conflictos siempre se resolvían por medio de extraordinarias casualidades. De ahí procede el vocablo anglosajón serendipity, que hace referencia a las casualidades imposibles. El término español serendipi, fue muy utilizado en sus orígenes, pero paulatinamente fue quedando en el olvido.
Las bolas de billar. Afortunadamente llegó un momento en que se pensó en buscar una alternativa al marfil para confeccionar las bolas de billar, eso ocurría a mediados del siglo XIX. En 1870, un inventor de Nueva Jersey, John Wesley Hyatt, estaba pensando una combinación de papel con cola y serrín, porque imaginaba que de ahí surgiría un elemento diferente y adecuado para el fin que perseguía. Se hirió en un dedo y, sin querer, derramó un envase de colodión (nitrato de celulosa disuelto en éter y alcohol). Esto suscitó que parte del estante en el que estaba experimentando se cubriese con una capa de nitrocelulosa. Al observarla, Wesley se percató de que esta mixtura pegaría mejor su mezcla de papel y serrín, descartando así la cola. De este modo se descubrió el celuloide, que en la actualidad se utiliza, entre otras cosas, para fabricar bolas de billar.
Alexander Fleming. En 1922 Alexander Fleming analizaba un cultivo de bacterias, fortuitamente una lágrima suya resbaló hasta el plato que ocupaba dicho cultivo. Al día siguiente descubría asombrado que donde había caído la lágrima se había producido un vacío, cosa que le llevó a pensar que las lágrimas debían poseer alguna cualidad desconocida hasta ese momento. Descubrió sin darse cuenta la lisozima, un antibiótico que eliminaba las bacterias sin destruir los glóbulos blancos, cosa que sí hacía el fenol que se utilizaba en esa época.
Hugh Williams. El 15 de diciembre de 1664 se hunde un barco frente a las costas de Gales. Mueren 82 personas, y hay un solo superviviente llamado Hugh Williams. El 5 de diciembre de 1785 ocurre una nueva desgracia náutica. Sesenta personas fallecen, y sólo hay un superviviente cuyo nombre es Hugh Williams. El 5 de agosto de 1860, en las costas escocesas, ocurre otro naufragio. Todos pierden la vida, excepto una persona llamada Hugh Williams.
De viaje. Un industrial argentino tiene que viajar desde Buenos Aires a San Carlos de Variloche. Tiene un sueño donde ve que el avión en el que viaja se estrella. Se lo comunica a su mujer y a su socio, y les dice que no quiere viajar en avión. Ambos le trasmiten la misma impresión de incredulidad, pero le dejan a su elección el modo de desplazarse. Decide irse en coche. Cuando está a medio camino escucha por la radio que su avión se ha estrellado. Respira aliviado por su acertada elección, pero el destino no parece compartir su alegría, y fallece en un accidente de tráfico a 12 kilómetros de San Carlos de Variloche.
El milagro del coro. Este suceso ocurre en 1950, en Beatrice, Estado de Nebraska. Los miembros de un coro religioso acuden a las siete y veinte de la tarde al ensayo diario. El día 1 de marzo los quince componentes del coro se retrasan por un motivo u otro. Un fallo en la caldera hacía estallar la iglesia a las siete y veinticinco de la tarde.
La bala perseverante. El tejano Henry Ziegland abandona a su novia, esto ocurre en 1893. El hermano de la chica, indignado, decide vengarse, por lo que va a buscarle y le dispara. El huidizo novio se libra, y la bala queda incrustada en un árbol cercano. Veinte años más tarde, Ziegland quiere cortar el árbol, prueba con un hacha y con una sierra, pero le resulta muy trabajoso y decide utilizar dinamita. Cuando el árbol explosiona, la bala hace inicio y le mata.
El taxista. Un taxista de las Bermudas atropella a un chico que va en una motocicleta. Cuando sale horrorizado del coche descubre estupefacto que es la misma motocicleta con la que había tenido un percance el año anterior, que el chico que la conducía es hermano del que atropelló y que el pasajero que lleva en el taxi es el mismo que llevaba en aquel momento.
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