El manuscrito Voynich - 3ª Parte
Teorías acerca del autor
Roger Bacon
La carta, adjunta al manuscrito, de Marci a Kircher (1665), dice que, según su último amigo Raphael Mnishovsky, el Emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) habría comprado el libro por 600 ducados (unos miles de dólares en moneda contemporánea). Según la carta, Rodolfo (o tal vez Raphael) creían que el autor era el fraile y polígrafo franciscano Roger Bacon (1214-1294).
A pesar de que Marci dijo que "no opinaba" acerca de la anterior afirmación, Voynich la tomó bastante en serio e hizo todo lo posible por confirmarla. Su convicción influyó poderosamente en la mayoría de los intentos de desciframiento durante los 80 años siguientes. Sin embargo, los estudiosos que han visto el manuscrito y están familiarizados con la obra de Bacon han negado rotundamente tal posibilidad. También hay que advertir que Raphael murió en 1644, y la compra debió ocurrir antes de la abdicación de Rodolfo, en 1611 —al menos 55 años antes de la carta de Marci—.
John Dee
La hipótesis de la autoría de Roger Bacon condujo a Voynich a concluir que la única persona que pudo vender el manuscrito a Rodolfo fue John Dee, un matemático y astrólogo de la Corte de Isabel I de Inglaterra, y conocido por ser propietario de una gran colección de manuscritos de Bacon. Dee y su scrier (ayudante "medium") Edward Kelley vivieron varios años en Bohemia, donde habían esperado ofrecer sus servicios al Emperador. Sin embargo, los minuciosos diarios de Dee no mencionan esta venta, lo que la hace bastante improbable. De todas formas, si el autor no fuera Bacon, la relación de Dee con el manuscrito simplemente desaparece. Por otra parte, el propio Dee lo podría haber escrito, y luego propagó el rumor de que era una obra original de Bacon, con la esperanza de venderlo posteriormente.
Edward Kelley
El compañero de Dee en Praga, Edward Kelly, o Kelley, era un extravagante alquimista, que presumía de poder transmutar el cobre en oro gracias a un polvo secreto que había extraído de la tumba de un obispo en Gales. Como scrier de Dee, también afirmaba ser capaz de invocar a los ángeles con una bola de cristal, y mantener largas conversaciones con ellos, que Dee anotaba escrupulosamente. Al lenguaje de los ángeles lo llamaba "enoquiano", derivado de Enoc, el padre de Matusalén; según el apócrifo "Libro de Enoc", Enoc fue llevado a visitar el Cielo en un carro tirado por ángeles, y luego escribió un libro acerca de lo que allí vio. Algunos han sugerido que, igual que Kelley inventó el "enoquiano" para engañar a Dee, podría haber creado el manuscrito Voynich para estafar al Emperador (quien además pagaba a Kelley por sus presuntos conocimientos alquímicos). Sin embargo, si Roger Bacon no es el autor del manuscrito, la relación de Kelley con el mismo es tan improbable como la de Dee.
Wilfrid Voynich
Se ha sospechado en muchas ocasiones que el propio Voynich elaboró el manuscrito. Como anticuario de libros, seguramente tenía los conocimientos y medios necesarios, y un "libro perdido" de Roger Bacon habría valido una fortuna. Sin embargo, el reciente descubrimiento de la carta de Baresh a Kircher, ha eliminado completamente esta posibilidad, salvo que Voynich hubiese "quitado" la carta del libro original que la contenía y hubiese falsificado un libro nuevo basándose en el contenido de dicha carta.
Jacobus Sinapius
Una reproducción fotostática de la primera página del manuscrito Voynich, hecha por Voynich en algún momento anterior a 1921, mostraba el rastro débil de unas palabras que habían sido borradas. Con la ayuda de algunos productos químicos, se pudo leer que el texto decía "Jacobj `a Tepenece": es decir, Jakub Horcicky de Tepenec, en latín Jacobus Sinapius, un especialista en hierbas medicinales, médico personal de Rodolfo II y encargado de sus jardines botánicos. Voynich, y muchos otros después, dedujeron de esta "firma" que Jacobus poseía el manuscrito Voynich antes que Baresh, y vio en ello una confirmación de la historia de Raphael. Otros han sugerido que el propio Jacobus pudo ser el autor.
Sin embargo, la caligrafía de las palabras difuminadas no coincide con la de la firma de Jacobus, que aparece en un documento recientemente localizado por Jan Hurich. Por ello es posible que la escritura de la primera página fuera añadida posteriormente por un dueño o librero, y sería sólo la hipótesis de esta persona acerca del autor del manuscrito. En los libros de historia de los jesuitas de los que disponía Kircher, Jacobus era el único alquimista o médico de la corte de Rodolfo que merece una entrada de una página completa mientras que, por ejemplo, apenas si mencionan a Tycho Brahe. Además los productos químicos aplicados por Voynich han deteriorado tanto el pergamino que actualmente apenas si se puede ver rastro de la escritura, así que también existe la sospecha de que la firma fuera falsificada por Voynich para contribuir al fortalecimiento de la hipótesis de la autoría de Roger Bacon.
Johannes Marcus Marci
Johannes Marcus Marci conoció a Kircher cuando encabezaba una delegación de la Universidad Carolina de Praga a Roma en 1638, y en los 27 años siguientes los dos eruditos intercambiaron correspondencia sobre una gran variedad de disciplinas científicas. La misión de Marci formaba parte de la lucha continua de la facción secularista de la Universidad para mantener su independencia respecto a los jesuitas, quienes dirigían el Colegio Clementinum de Praga, rival de la Universidad. A pesar de esos esfuerzos, las dos universidades se fusionaron en 1654 bajo control de los jesuitas. Por tanto, se ha especulado que la animosidad política contra los jesuitas llevó a Marci a "fabricar" la carta de Baresch, y más tarde el manuscrito Voynich, en un intento de desacreditar a su "estrella" Kircher.
La personalidad y conocimientos de Marci parecen adecuados para llevar a cabo esta tarea, y Kircher, un "Doctor Sabelotodo", era una presa fácil, pues se le recuerda más por sus errores espectaculares que por logros genuinos. Incluso la carta de Baresch guarda cierto parecido con un fraude que el orientalista Andreas Mueller hizo al propio Kircher: Mueller elaboró un manuscrito ininteligible y se lo envió a Kircher, con una nota adjunta que explicaba que procedía de Egipto. Pidió a Kircher una traducción, y se sabe que Kircher hizo una inmediatamente.
Merece la pena señalar que las únicas pruebas de la existencia de Georg Baresch son tres cartas enviadas a Kircher: una remitida por Baresch (1639) y dos por Marci (como un año después). También es curioso que la correspondencia entre Marci y Kircher acaba en 1665, precisamente con la carta adjunta al manuscrito Voynich. Sin embargo, el resentimiento secreto de Marci contra los jesuitas es pura conjetura: era un católico devoto, él mismo había estudiado para hacerse jesuita, y poco después de su muerte en 1667 le fue concedida la pertenencia honorífica a la Orden.
Raphael Missowsky
Raphael Missowsky, amigo de Marci al que se atribuye la historia de Bacon, era criptógrafo entre otras muchas cosas, y parece que inventó un cifrado presuntamente indescifrable. Esto ha llevado a la hipótesis de que elaboró el manuscrito Voynich como una demostración práctica de dicho cifrado, y convirtió al pobre Baresh en un involuntario conejillo de Indias. La hipótesis sigue con que después de que Kircher publicase su libro sobre el copto, Raphael pensó que engañar a éste sería un trofeo mucho más jugoso que engañar a Baresch, y convenció al alquimista para que pidiera ayuda al jesuita. Habría inventado la historia de Roger Bacon para motivar más a Barech. El hecho de que se abstuviera de dar su opinión en la carta adjunta al manuscrito Voynich puede significar que Marci sospechaba que era una mentira. Sin embargo, no hay pruebas definitivas de esta teoría.
Anthony Ascham
El doctor Leonell Strong, investigador del cáncer y criptógrafo aficionado, intentó descifrar el manuscrito Voynich. Strong dijo que la solución era "un peculiar sistema doble de progresiones aritméticas de un alfabeto múltiple". Strong defendía que el texto revelaba que el autor del manuscrito Voynich era el autor inglés del siglo XVI Anthony Ascham, cuya obra incluía A Little Herbal ("Un pequeño herbario"), publicado en 1550. Aunque el manuscrito Voynich contiene secciones parecidas al herbario, el principal argumento contra esta hipótesis es que se desconoce dónde habría obtenido este autor los conocimientos literarios y criptográficos necesarios.
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