A principios de siglo, científicos rusos desenterraron a orillas del río Beresovka, en Siberia, el cadáver congelado de un mamut, animal extinguido desde hace 10.000 años. Su carne estaba en tan buen estado que, tras ser descongelado, fue cocinada y comida por los investigadores en un banquete de celebración.
En torno a la Tierra giran alrededor de 70.000 fragmentos desprendidos de diversos cuerpos celestes de gran tamaño, según la Agencia Espacial Europea (ESA).
Un ordenador con la misma capacidad de memoria que nuestro cerebro cubriría toda la Península Ibérica.
Para obtener un kilo de azafrán, hay que recoger un millón de flores de esta especia.
Hace 250 millones de años, el Polo Sur estaba situado en el lugar que ahora ocupa el desierto del Sahara.
En un pico de las montañas de Hartz, en Alemania, cuando al atardecer el Sol está casi rozando el horizonte, la silueta de los montañeros se proyecta en las nubes, dándoles el aspecto de gigantes.
A este fenómeno se le conoce como espectro de Brocken y es consecuencia de la difracción.
El precio de un gramo de interferón, una sustancia biológica que se utiliza para el tratamiento de enfermedades como el cáncer, sobrepasa los 1.000 millones de pesetas.
En el verano de 1989, la sonda espacial Voyager descubrió en Tritón, uno de los satélites de Neptuno, erupciones tipo géiser de 8 kilómetros de altura y centenares de metros de diámetro.
El doctor Matías Robles encontró en 1985 en Santander una seta que pesaba 4 kilos y 200 gramos.
Fue incluido en el Libro Guinness de los Récords como la seta más grande de España.
La Tierra pesa 6 trillones de kilos, según han calculado los científicos.
En cada paso que damos imprimimos en el suelo, a través de la suelo del zapato, miles de millones de moléculas olorosas de ácido butírico, que pueden ser rastreadas fácilmente por un perro.
Algunos icebergs superan en superficie a Extremadura, pues alcanzan los 30.000 kilómetros cuadrados.
Según reveló la prensa norteamericana, durante la década de los 50, agentes del Pentágono diseminaron microorganismos y otros materiales biológicos en ocho zonas de Estados Unidos, con el objeto de simular los efectos de una guerra bacteriológica. Entre dichas zonas se encontraban dos líneas de metro de Nueva York, donde se probó un potente veneno.
El diámetro de un rayo que serpentea en el cielo es de sólo 1,28 centímetros, rodeado por una corona luminosa de hasta 6 centímetros.
Las raíces de una higuera llegan a profundizar en la tierra más de 125 metros.
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