El truco indio de la cuerda

El célebre truco indio de la cuerda se puso de moda a finales del siglo XIX, en una época en que en Occidente interesaba todo lo que se refería a la India mágica y misteriosa.

Existen distintas versiones del truco, pero aparte de pequeñas diferencias en la forma de presentarlo y en las personas que intervienen, básicamente son tres:

1)   En la versión más sencilla, el mago lanza una cuerda en el aire. La cuerda no cae, sino que se queda rígida en posición vertical. Un muchacho trepa hasta arriba y luego baja.

2)   Una versión más elaborada del truco consiste en que el muchacho desaparece al llegar a la parte superior de la cuerda para reaparecer misteriosamente en el suelo.

3)   La versión original o clásica, es más detallada y más sangrienta: la cuerda parece subir tan alto en el cielo que su extremo superior se pierde a la vista del público. El muchacho sube por la cuerda y desaparece. El mago le ordena descender, pero el chico no obedece. El mago enfurecido trepa por la cuerda armado con un machete y también se pierde de vista. Entonces el público atónito comienza a ver caer desde lo alto los miembros ensangrentados del muchacho: caen los brazos, las piernas, la cabeza y finalmente el tronco. Cuando todas las partes del cuerpo han caído, el mago desciende por la cuerda aún rígida, recoge los miembros descuartizados del muchacho y los mete en una cesta. Acto seguido, el chico sale de la cesta milagrosamente “recompuesto” e ileso.

Se ha venido repitiendo la afirmación de que el truco de la cuerda se conocía en la Edad Media y que Marco Polo relata en su libro haberlo presenciado durante su estancia en la India. Lo mismo se dice del viajero árabe Ibn Battuta.

Sin embargo, la explicación es más simple de lo que parece. En 1890, el diario Chicago Tribune publicó un artículo firmado por un tal Fred S. Ellmore (“Fred Sell More” = “Fred vende más”) en el que se describía el truco de la cuerda, tal como supuestamente se practicaba en la India, en la segunda de las versiones descritas más arriba. Bajo el seudónimo estaba John Elbert Wilkie, periodista que también fue jefe del Servicio Secreto de Estados Unidos entre 1898 y 1911, y conocido entre otras cosas por sus hábiles técnicas para manipular información. Curiosamente, en las semanas siguientes a la publicación del artículo mucha gente aseguró haber presenciado el truco en la India.




Unos meses después, el Chicago Tribune publicó una nota asegurando que el artículo de Wilkie era pura invención, incluidas las referencias a Ibn Battuta y Marco Polo. Sin embargo, esta rectificación pasó desapercibida. La bola de nieve se había hecho demasiado grande.

Hasta la fecha muchas personas han seguido afirmando haber presenciado el truco. Asimismo se han formulado diversas teorías para explicarlo: en los años 30, Erik Jan Hanussen, ocultista cercano a Hitler, pensaba que en el interior de la cuerda había huesos de oveja que encajaban unos con otros para hacerla rígida; en 1955, el periodista norteamericano John Keel regresó de la India afirmando que la cuerda estaba sostenida por hilos muy resistentes del grosor de un cabello, lo que los hacía invisibles; en los 70, el biógrafo del famoso Uri Geller afirmó que se trataba de un caso de alucinación colectiva inducida por hipnosis.

Por último, el padre López Guerrero en su libro Mirando a la lejanía del universo (Plaza y Janés, 1978) ofrece esta explicación, con un hombre oculto en un agujero que sustituye la cuerda por una barra:









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