El desastre
El 3 de noviembre de 1893, el Cabo Machichaco, después de haber pasado la cuarentena en el lazareto de Pedrosa, ya que se habían dado varios casos de cólera en Bilbao, estaba atracado en el muelle saliente llamado número 2 de Maliaño, ubicado justo frente a la actual calle de Calderón de la Barca. Entre otras mercancías que había en el barco, como harina y material siderúrgico, también transportaba varios garrafones de ácido sulfúrico en cubierta y algo más de 51 toneladas de dinamita, de cuya existencia no se había dado parte, o bien fue omitido por las autoridades portuarias.
La dinamita era procedente de Galdácano, y su destino eran los puertos del Sur, excepto 20 cajas que eran para la ciudad de Santander. De acuerdo con el Reglamento del puerto de Santander, cualquier buque que transportase dinamita debía efectuar sus operaciones de carga o descarga en el fondeadero de la Magdalena o al final de los muelles de Maliaño, localidad del actual municipio de Camargo.
Cabo Machichaco |
Vapor Alfonso XIII |
El fuego atrajo multitud de curiosos, que, ajenos a lo que había en la bodega, contemplaban el fuego. A las cuatro de la tarde, con el incendio todavía presente, se supo el contenido de la embarcación. A pesar de ello, el público no fue retirado de la zona por las autoridades.
Una hora después estallaron las dos bodegas. Algunos edificios cercanos se derrumbaron. La onda expansiva se propagó por toda la bahía. Cientos de fragmentos de hierro salieron disparados a varios kilómetros de distancia. La explosión produjo además una tromba de agua de millares de toneladas, que arrastró a muchas personas al mar. Todos los que subieron al barco, incluidos 32 tripulantes del Alfonso XIII y el capitán del mismo, Francisco Jaureguizar, dejaron su vida en la explosión que se produjo.
El resultado de la explosión fue de 590 muertos y 525 heridos, aunque otros citan unos 2.000 heridos. Cabe destacar que en aquel momento había 50.000 censados en la ciudad de Santander. Fallecieron la mayor parte de las autoridades civiles y militares de Santander, incluido el gobernador civil, además de bomberos, trabajadores y curiosos que se habían acercado a observar cómo ardía el barco.
Curiosidades
La magnitud de la explosión fue tal, que un calabrote[5] llegó hasta la localidad de Peñacastillo, a 8 kilómetros de distancia, y mató a una persona.
Un guardia halló dos piernas sobre el tejado de un almacén de maderas a una distancia de unos 2 kilómetros.
En la playa de San Martín, a miles de metros de distancia, apareció el bastón del gobernador civil, un tal Somoza, que con las demás autoridades de la ciudad que se hallaban a bordo falleció en la explosión.
Una ermita medieval situada en la mies de San Juan de Maliaño, a varios kilómetros de distancia, no pudo resistir la onda expansiva de la explosión y se derrumbó.
Secuelas y consecuencias
Además de lo evidente del desastre, que fueron las víctimas mortales y los heridos, las infraestructuras cercanas al lugar de la explosión se vieron dañadas y algunos edificios no resistieron la onda expansiva, la cual destruyó casi todas las casas de la calle Méndez Núñez. El fuego se cebó en numerosas viviendas, alumbrando durante toda la noche la búsqueda de restos humanos.
Durante los meses siguientes al desastre, se intentó rescatar los restos del barco hundido en la bahía, pero de nuevo el barco volvió a ser protagonista de otra tragedia, pues el 21 de marzo de 1894 se produjo una explosión como consecuencia de estas labores y murieron 15 operarios.
En definitiva, Santander tuvo que recuperarse de un desastre sin precedentes, puesto que muchas de las autoridades civiles, militares y bomberos fallecieron en la explosión. Cabe destacar que Santander venía sufriendo una crisis desde 1875, con la prohibición de las exportaciones de trigo y harina al extranjero, agudizada por la quiebra del comercio con las colonias americanas. Sumado a esto el desastre del Machichaco ocurrió en un delicado momento para la ciudad.
Huerfanos del Machichaco |
A pesar de ello, la recuperación económica y social de Santander fue progresiva puesto que en 1898 surge el Monte de Piedad, que en la actualidad es la entidad financiera Caja Cantabria, y el Banco Mercantil (1907), además de compañías navieras, como es el caso de Navegación Montañesa
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