Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial - Animales


Un escarabajo maldito  

Entre los miles de insectos que pueden encontrarse en Eslovenia, existe un género de escarabajos ciegos que tienen su hábitat natural en una decena de profundas cuevas de la región central de este pequeño país centroeuropeo. Al vivir en la más completa oscuridad, la evolución ha hecho que estos escarabajos ya no posean ojos, por lo que reciben el nombre en latín de Anophtalmus.
    Este apunte de zoología no tendría nada de particular, y menos para los interesados en la Segunda Guerra Mundial, si no fuera porque el nombre completo de una de las 41 especies pertenecientes a este género de coleópteros es Anophtalmus Hitleri.
    El descubrimiento de este coleóptero nunca antes identificado se produjo en 1933. Un naturalista aficionado local, Vladimir Kodrie, halló un ejemplar en una cueva cercana a la localidad de Celje. Kodrie presentó el entonces desconocido escarabajo a un prestigioso entomólogo alemán que residía en Zagreb, Oskar Scheibel, y le expresó su deseo de que el coleóptero fuera bautizado en su propio honor con el nombre de Anophtalmus Kodrici.
    Sin embargo, el científico teutón prefirió aprovechar la ocasión para homenajear a la persona que en ese momento acababa de alcanzar el poder en su Alemania natal, Adolf Hitler, y del que era un gran admirador. Así pues, Scheibel desechó la ilusionada propuesta de su colega esloveno y bautizó al escarabajo con el nombre de Anophtalmus Hitleri, un gesto que sería más tarde agradecido epistolarmente por el flamante canciller germano.
    El conocimiento de este escarabajo consagrado al Führer quedó, de todos modos, circunscrito al mundo científico. Hitler no quiso propagar este episodio, al no concederle mayor importancia o quizás porque no veía muy adecuado el hecho de que se le hubiera dedicado un animal tan poco vistoso como un escarabajo ciego.
    Tras la Segunda Guerra Mundial, la existencia del Hitleri continuó arrinconada en los libros de biología. Pero en los años noventa, después de la independencia de Eslovenia, simpatizantes neonazis comenzaron a llegar a este país en busca del coleóptero. Los coleccionistas de objetos del Tercer Reich iniciaron la puja por la posesión de uno de estos deseados escarabajos, por lo que los ejemplares de esta especie comenzaron a escasear, al ser capturados masivamente.

   La fiebre por el Hitleri llegó incluso a los museos de biología. Por ejemplo, la Colección Zoológica estatal de Munich vio cómo en pocos días eran robados casi todos los ejemplares de esta especie que tenían en sus vitrinas, por lo que se vieron obligados a tomar medidas de seguridad para salvaguardar los pocos que aún les quedaban.
    Por un ejemplar de Hitleri se puede pagar en el mercado negro unos 1.200 euros, aunque el más valioso es, sin duda, el que se conserva en el Museo de Basilea, en Suiza, puesto que se trata del escarabajo original encontrado por el naturalista esloveno. Allí cumple la función de holotipo, es decir de referencia para que puedan ser comparados con él los sucesivos ejemplares de esta especie.
    Como vemos, Schiebel no le hizo ningún favor a este escarabajo marcándolo con el nombre del dictador alemán. Como si la muerte acompañase a todo lo que a él hace referencia, los congéres de aquel primer coleóptero han de verse perseguidos sin tregua con el objetivo de acabar formando parte de la colección de algún nostágico del nazismo. En la actualidad, el Anophtalmus Hitleri se encuentra en peligro de extinción.
    Pero este desgraciado coleóptero no es el único animal cuyo nombre honra a un personaje tan indigno de este honor. En 1934, un paleontólogo alemán consagró otra especie al líder nazi, una mosca extinguida que tan solo puede encontrarse en estado fósil, a la que denominó Roechlingia Hitleri.

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