HECHOS INSOLITOS DE LA WWII

CURIOSIDAD INSATISFECHA


En los primeros meses de la guerra, los aviones de la Fuerza Aérea británica, la RAF, solían lanzar de vez en cuando octavillas de propaganda 2 sobre las ciudades alemanas. En ellas se instaba al pueblo germano a derrocar el régimen nazi y buscar la paz con los Aliados. Las razones de que, en lugar de bombas, cayesen panfletos sobre Alemania, hay que buscarlas en la petición del gobierno francés al británico de no provocar a Hitler, debido a que las empresas bélicas del norte de Francia no disponían todavía de protección ante ataques aéreos.

El primer lanzamiento de este tipo se produjo el 3 de septiembre de 1939. Unos seis millones de octavillas, con un peso total aproximado de trece toneladas de papel, fueron arrojadas sobre las ciudades germanas, encabezadas con un absurdamente formal "Comunicado al Pueblo Alemán". El efecto de esta "guerra psicológica" fue prácticamente nulo entre los habitantes del Reich. Según los expertos británicos, lo único que consiguieron estas misiones fue alertar a
los alemanes de la posibilidad de ser alcanzados por los bombarderos británicos, lo que estimuló la fabricación de cañones antiaéreos.

No obstante, hubo militares que se mostraron partidarios de emplear una mayor dureza contra el Tercer Reich. El general Spears declaró queera "una ignominia responder con una guerra de confetti a un enemigo tan despiadado", mientras que el mariscal del Aire Sir Arthur Harris -más conocido como Bomber Harris- fue más explícito sobre la utilidad de esa campaña incruenta; según él, lo único que habían conseguido los británicos había sido cubrir los suministros de papel higiénico de la población germana para los próximos cinco años...


Esta acción de los aviones ingleses, además de servir para alertar a las defensas alemanas, sirvió para poner al descubierto la absurda maquinaria burocrática del Ejército. Cuando la noticia del lanzamiento de las hojas volantes apareció en la prensa, un sencillo ciudadano britanico sintió curiosidad por leer una de esas octavillas, por lo que se dirigió a las autoridades para solicitar que le dejasen ver una. Al cabo de unos días se pusieron en contacto con él para comunicarle que su petición había sido rechazada.

La razón esgrimida podría entrar en los anales del humor surrealista; le contestaron que no era posible por motivos de seguridad, pues la información alli contenida... ¡podría caer en manos del enemigo!

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