SABIAS QUE...

El servicio del agua en Atenas, en el siglo IV, era de tal importancia que el funcionario que desempeñaba el cargo no era nombrado por sorteo, sino por elección. Tenía que ser rico, para que de esta forma pudiera contribuir con sus dracmas al mantenimiento y construcción de nuevas fuentes.

Una ley de Maryland, EE UU, del año 1634 obligaba a las mujeres viudas que habían heredado propiedades de sus maridos a casarse en un plazo máximo de seis años. Si no lo hacían, perdían sus pertenencias, que pasaban al pariente masculino más cercano.

El primer anuncio escrito que se conoce dato del año 3000 a. de C. Es el contenido en un cartel encontrado en las ruinas de la ciudad egipcio de Tebas, que ofrece la recompensa de una moneda de oro a quien capture y devuelva a su amo un esclavo huido llamado Shem.

Algunas tribus de indios del Orinoco, en Venezuela, colgaban los cadáveres en una especie de hamaca durante una semana, y con los líquidos que goteaban de ellos en el proceso de descomposición, los curanderos fabricaban un licor que decían que tenía propiedades mágicas.

¿Le interesa un seguro contra satélites? La empresa estadounidense Complete Equity Markets, de Illinois, ofrece pólizas contra cualquier accidente producido por un satélite que caiga del espacio. Si el asegurado muere o resulta herido, él o su familia, en el caso de que fallezca, recibirán 100 millones de pesetas; si causa daños en sus propiedades, 10 millones.

Los vikingos, en sus incursiones, no dejaban títere con cabeza. Sin embargo, en el año 854, cuando Godofredo, jefe de los normandos del Loira, se encaminaba hacia el monasterio de Redon para saquearlo, se desencadenó una violenta tormenta. Los vikingos, aterrados, creyeron que el convento estaba protegido por los dioses, por lo que no sólo desistieron en el empeño de arrasarlo, sino que además Godofredo dejó una guardia a sus puertas, para cerciorarse de que ninguno de los suyos lo saquearía en el futuro.

Los cometas, considerados por muchos culturas como anuncios de infortunios y terribles males, significaban para los zulúes el presagio de una guerra; para los masais, hambre; para los eghap de Nigeria, epidemias, y para los luba del Zaire, la muerte de un jefe de la tribu.

Algunas profesiones fuera de la ley en la España del siglo XVII, en la jerga del momento, eran: grumete (ladrón de domicilios con escala), devoto (ladrón de cepillos en las iglesias), apóstol (especialista en ganzúas), capeador (ladrón de capas en pleno vía pública) y jácaro, jaque o rufo (matón o asesino a sueldo).

Durante algún tiempo la virginidad de la mujer estaba mal vista y se consideraba incluso peligrosa para la salud del marido. Por este motivo, en algunos partes de Oriente, los hombres ricos preferían desflorar a la novia con una barra de hierro o dejar ese trabajo sucio para un esclavo.

Las mujeres de Esparta, para probar el carácter de los recién nacidos, en vez de lavarlos con agua lo hacían con vino. Se creía que, si el niño era epiléptico o estaba enfermo, caía con convulsiones al contacto con esta bebida. Otras madres los lavaban con agua helada y con orina,  con el mismo fin.

En el norte de Inglaterra, desde el siglo VIl hasta bien entrado el XIl, a las mujeres protestonas o que se negaban a permanecer calladas, se les ponía una especie de bozal metálico sobre la cara y la boca, el acial, con una mordaza también de metal, que les ocasionaba graves lesiones en el paladar y la cavidad bucal. Una vez amordazadas, eran paseadas por las calles atadas con una cuerda.

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